Despójame de cada mala pisada, le suplicaba,
enamórame el alma,
que puedo escurrirme entre tus dedos
si me miras de nuevo así,
así como sabes mirarme.
Atrapa mi cintura y hazme bailar
cualquier canción que me susurres,
que yo olvide el mundo,
donde estamos,
mi norte y mi sur,
que nosotros somos eternos,
un círculo vicioso,
sin inicio,
sin final.
Arráncame a lamidas los demonios,
los miedos,
la pesadilla de despertar mañana.
Despójame de todo, pero quédate,
quédate tú que eres mi casa.
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