lunes, 31 de diciembre de 2018

Amores huérfanos


Te escribo porque acabo de caer en cuenta de ha pasado un año más y mi amor sigue aquí; porfiado, reticente y sobreviviente. (¡cuánta rima!)

Grita ¿sabes? en el silencio suele gritar muy fuerte hasta asustarme, hasta que el corazón me duele y me pongo a pensar en ir a ver al cardiólogo.

Y sin embargo es un amor inofensivo, que vive acurrucado entre un par de canciones antiguas, vigilante de cualquier minúsculo detalle, tan oportunamente sigiloso que jamás tocará tu espalda para llamarte (tiene asumidísima tu ausencia). Pero como conjura tu nombre... sobre todo por las noches, cuando todos duermen, cuando se acaba el teatro, cuando las sábanas queman tanto como los besos que nos dimos en las esquinas de tu lado del mundo.

¿Qué decirte que no sepas? Cada que te escribo me quito la piel (que con los años me pesa tanto) escribe mi alma, escribe mi amor, el mismo amor vehemente que te observa cuando cierro los ojos, el mismo amor atemporal que te quiere así de libre, así aunque te regocijes en otros brazos, así aunque mueras por otros besos.

Un año más lleno de memoria, de incluirte en oraciones al universo, de encontrarte alegremente entre las líneas de algún libro, en el fondo de mis tazas de café matutino. Y te asustaría (tal vez) enterarte de todas las veces que te he visto en mis sueños y me desperté pensando si todo está yendo bien por allá.

Que haya asumido la unilateralidad de esto no significa que haya encontrado manera alguna para dejar de echarte de menos. Su tuviera que describirlo sintomáticamente diría que arde el centro del cuerpo y la voz se esconde como apabullada.

Pero que tanto te digo si como cada año, volveré a brindar por ti, por la música, por la eternidad de los amores huérfanos como el mío, que viven tan deliberadamente que es imposible convencerlos de renunciar.




Descuida,
siempre,
sin daños a terceros.