martes, 24 de octubre de 2017

Un café

Me gustaría invitarte un café,
reencontrarnos en esa esquina mágica
y preguntarte sin ninguna pretensión:
¿Por qué?
Pero esta pregunta quedaría muy abierta,
muy general, y quien sabe en realidad eso
sea lo que queda entre nosotros: la generalidad.

Yo se de ti lo que todos saben (al menos eso creen todos)
pero sigo pensando que te conozco mejor que tú.
Tus lunares limítrofes,
la torpeza de tu ortografía,
y la temperatura del agua con la que te bañas.

Entonces, te quiero preguntar la razón
de la despedida,
de nuestra falta de valor (porque siendo honestos
nos faltaron agallas).
¿Tú crees que en verdad nos faltó el punto de sal
o si solo nos encontramos en la edad equivocada?

Seguro piensas decirme que no sabes
si volverá a funcionar,
de mi parte,
te dibujaré un gato en la servilleta,
te enseñaré el corazón
que el mozo ha dibujado en mi café
(porque no te has dado cuenta o quien sabe
lo mandaste hacer tú para mi)
y me presentaré de nuevo,
como el día en el que te conocí,
y se me ocurre que empecemos de nuevo,
porque vida solo hay una,
pero cafés aún nos faltan conocer muchos
y lo que queda por ver,
yo quiero verlo contigo y tu guitarra.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario