devolverme el néctar que se derrama
en el camino incierto,
el agua que se pone turbia,
las huellas que no he dejado,
el triste trayecto de recoger mis pasos.
Los humos de la noche,
el insomnio que duele,
los colores que faltan,
los lienzos que sobran.
Los prefijos atormentadores
de madrugadas asi,
insalubres, impacientes,
agotadas.
Las palabras que se deshilan de cualquier oración
encantada que menciona brazos abiertos,
casa nueva, paredes para pintar.
Verme al otro lado,
entre sepias y azules,
en lo absurdo de tener frio en verano,
persuadirme un poco de que este cambio de piel
es importante.
Abrir el pecho sin cerrar los ojos,
desenmarañar el amor,
en esta selva negra de acertijos
de poca ciencia.
El amor laberintoso
tan hiedra, tan espina,
tan desfallecido.
Entonces puedo ver también que en el corazón de todo

desentendidos de cualquier veneno,
tan faltos de límites,
Imprudentes e irracionales,
naturales, arriesgados y kamikazes.
También por eso me repito
Abrir el pecho y cambiar de piel,
caer en que esto es importante.
A veces yo quiero ser un reptil.